Nos quedamos Emma y yo a los lados de Mabel intentando consolarla mientras comíamos el helado ese de chocolate tan extraño que se hizo y viendo el cielo anaranjado en el amanecer. No nos decíamos nada entre nosotras... Solo se escuchaba el sonido de las cucharas golpeando el vaso donde estaba el helado. Hasta que no aguantaba más y tuve que preguntarlo.
Ainhoa: Lo siento, pero no lo entiendo... -Dije mientras dejaba con desprecio la cuchara en el vaso.
Emma: ¿El qué?
Ainhoa: El por qué de esta situación... ¿Si no te gusta, a que vienen estos lloriqueos y este potingue de chocolate?
Mabel: No se... No lo se...
Emma: Quizás el que no te guste es mentira.-Entonces, se formó un silencio absoluto en todo el pequeño jardín.
Mabel se pasó las mangas de su chaqueta por la cara aprovechando para secarse las lágrimas y despejarse un poco. Se levantó y mientras se abrazaba así misma para mantener su calor corporal nos propone:
Mabel: ¿Y-y-y si entramos en el salón?
Ainhoa: Si, mejor.-Nos levantamos Emma y yo, y entramos al salón donde nos sentamos en el sofá y nos tapamos con la manta más caliente que tenía. Aunque fuera junio, en esas horas la humedad da fresquito. Entonces bajó Brian.
Brian: ¡LA TELE! ¡LA TELE! ¡LA TELE! ¡PONED LA TELEEEEEE!-Mabel mira el reloj de pared.
Mabel: Las nueve menos cinco... Empieza Shreck... Bieeen la doceava vez que la veo, que emocionante.-Nos decía con cara de asco
Brian: ¡No te quejes! Yo me tuve que tragar el Hobbit... Y eso dura 2 horas...
Mabel: ¡2 horas y 49 minutos! Y a cambio te pagué la mitad de tu nintendo...
Emma: ¿Me estás diciendo que sobornas a tu hermano?
Mabel: ¡Vamos! No es tan malo... Los efectos especiales son la ostia...
Brian: Si ya bueno...-Se sienta en el sofá de un salto.-¡Haced sitio que empieza la peli!-Coge el mando y enciende la tele.-
Después de hora y media viendo a un tío gordo y verde de aventuras con un burro que habla y un gato con botas que habla con acento sureño en la tele, Brian se volvió a subir a su cuarto y cuando oímos la puerta de su habitación cerrase, soltamos las tres un largo suspiro de alivio al ver que no volvería en toda la noche y estaríamos solas... Mabel nos propuso cenar y como todavía eran las 11 de la noche, daba tiempo para pedir comida. Nos pedimos unas pizzas y pan de ajo.
-Narra Emma:
Cuando llegaron las pizzas y el pan de ajo y nos lo comimos tranquilamente mientras empezamos hablando de pan y terminamos con fantasmas... Raras nuestras conversaciones. En total, al terminarnos todo hicimos una broma telefónica que nos salió perfecta.
Mabel: A ver, ¿Quién lo hace?
Emma: ¡Yo!
Ainhoa: Venga... ¡Ya llama, ya llama!-Emma carraspea y nos hace un gesto con la mano para que nos callemos, pone su voz más grave y empieza a hablar.
***: ¿Diga?
Emma: ¿Quien llama?
***: ¿Como que quién llama? Usted me llamó a mi...
Emma: ¿Le parece gracioso?
***: ¿El qué?
Emma: ¿¡Llamar a estas horas!? ¿Usted sabe que me estoy esperando una llamada importante?
***: ¡Pero si usted...?
Emma: ¡SE ESTÁ RIENDO DE MI!
***: No, señor yo no...
Emma: ¡¿SEÑOR?! ¿¡Que pasa que no tiene otra cosa que hacer que una broma telefónica!?
***: ¡¡USTED ME LLAMÓ A MI!!
Emma: Soy un pato...
***: ¿Que?
Emma: O puede que no...
***: ¿Pero qué dice?
Emma: Continuará...-Mientras colgamos intentamos no reírnos hasta que sabemos con certeza que colgó y ahora si que nos podíamos reír tranquilas... Era la broma más estúpida del mundo pero nos hizo mucha gracia. Jugamos al Chubby Bunny e incluso a meter en botes opacos cualquier cosa que nos encontremos y el bote que elijamos comerlo e intentar saber que es... Y todo lo sacamos de YouTube. Cuando nos cansamos un poco, encendimos la tele, le quitamos el audio y pusimos las voces hasta que a las 3 y media nos quedamos dormidas.
-Poned "Lego house" para meteros más en la novela-
-Narra Mabel:
Me dormí a las 3 y media con Emma y Ainhoa hasta que me desperté porque la vibración de mi móvil me despertó por una llamada. Me levanté y miré quién era... Ed... Llamándome a las tantas de la madrugada... Le colgué y me volvió a recordar el momento en el que me presentó a Ellie. La casa ya estaba oscura de por si y solo se veía la luz de las ventanas del salón... Me acerqué a la caja del pájaro aún con pocas lágrimas en los ojos. Lo cogí y lo observé durante segundos... Estaba débil y no quería ni comer ni beber, se intentaba levantar y no podía. Su respiración era irregular y estaba desplumado. Entonces, Ed me volvió a llamar, y lancé el móvil al sofá con rabia.
Mabel: Sigue llamando...-Dige en voz alta dirigiéndome al teléfono y aún con el débil pájaro en mis manos.
-Narra Ed:
Me lo estaba pasando en grande en aquella fiesta en el jardín de la casa de Taylor Swift, una gran amiga. Mientras hablaba con Harry Styles, me acordé de Mabel al fijarme que una de sus estanterías tiene más de un disco suyo, y se me ocurrió llamar a Mabel, que aún seguiría despierta para que hablara con uno de sus ídolos.
Harry: Ed... Mi-mira...-Me agarró del hombro y me giró. Y allí estaban Ellie y Niall Horan, besándose... No se con quién estaba más enfadado si con Ellie o Niall. Harry me notó la ira en mis ojos y me intentó relajar.-Tío, Niall está borracho... Antes lo vi gritando por ahí lo buena que estaban las Oreos y hablado de que si se come muchas alitas podría volar... Así que la que te debe preocupar es Ellie.
Ed: Yo-yo...-Entré en la casa de Taylor donde también había gente, así que subí las escaleras y subí las escaleras a uno de los cuartos del piso de arriba y me salí a un balcón que vi... Desesperado, me apoyé en la barra del balcón sin saber que hacer... Empecé a llorar... Algo en mi se había muerto.
-Narra Mabel:
A los pocos minutos de que Ed me llamara por segunda vez... Seguí llorando, pero me acerqué el pájaro al pecho intentando dándole calor para que se fuera lo más tarde posible... Era lo único que me consolaba y me mantenía entretenida en esos momentos. Pero no fue válido. Estaba más frío que antes y las plumas se le caían poco a poco.
Marbel: No, ahora no...-No es que haya pasado muchos tiempos memorables con el pero... Tenía algo especial, y al cerrar las manos y acercármelo al pecho de nuevo, mientras lo mantenía en una especie de cajita que hice con mis manos. Pera ya daba igual... Dejó de respirar, el pájaro se había muerto...





